La guerra comercial en ciernes, implicaciones para México
Samuel Ortiz Velásquez
y Edgar Peralta Vilchis
México, Canadá y la
Unión Europea, se sumaron desde el primero de junio a la lista de países que pagarán
en Estados Unidos (EE.
UU.) un
arancel de 25 por ciento (%) sobre sus exportaciones de acero (el arancel
efectivo previo era de 0.1%) y de 10 por ciento sobre sus exportaciones de
aluminio (el arancel efectivo previo era de 0.9%). El argumento central de Estados Unidos es que las
importaciones de acero y aluminio están debilitando la economía nacional y
amenazan con dañar su seguridad nacional.
1.-En acero, cuatro
países absorberán cerca del 45% del incremento arancelario: Canadá (con 19%), Brasil
(10%), Rusia (9%) y México (10%).
2.-En aluminio, casi
el 66% del incremento arancelario será pagado por Canadá (con un 41%); China
(con 11%); Rusia (7%) y Emiratos Árabes (con 7%).
La Cámara Nacional de
la Industria del Hierro y el Acero (CANACERO) ha estimado un impacto de 2,000
millones de dólares (MDD) anuales para la
industria siderúrgica mexicana. Dos argumentos permiten concluir que las
“medidas espejo” adoptadas por México desde el pasado 5 de junio, también impactarán
a la industria del acero estadounidense:
1.-Canadá y México son
los principales mercados de destino de las exportaciones americanas de acero,
de hecho, tres de cada cinco dólares de exportaciones estadounidenses de acero
tienen como destino al territorio TLCAN.
2.-La industria del
acero en Estados Unidos presenta un déficit a 2017 de más de 11 mil MDD, pero México es la
economía que genera a EE.
UU. el
mayor superávit comercial con un monto cercano a los 3 mil MDD.
Efectivamente, en
respuesta a las medidas proteccionistas de la administración Trump, el pasado 5
de junio se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) la modificación a
los aranceles a la importación de mercancías originarias de los Estados Unidos
para 71 productos. El valor de la afectación sumaría según estimaciones propias
los 3,306 MDD, el arancel efectivo
ponderado para los productos comprometidos pasaría de 0.18% a 19.81% y el
incremento en el arancel recaudado se ubicaría en los 655 MDD.
No obstante que el
monto de la afectación compromete apenas al 1.8 por ciento del total de las
importaciones americanas en México, el país de origen de buena parte de las
importaciones afectadas es Estados Unidos, de hecho, dos de cada tres dólares
de importaciones en tales fracciones son de origen americano. El análisis a
nivel de productos (fracciones) destaca:
a.-Cuatro productos
vinculados a piernas y paletas de cerdo y sus trozos sin deshuesar, agrupados
en el capítulo 2, estarán sujetas a un arancel de 20 por ciento y pagarán el
34.6 por ciento del incremento arancelario. Es importante señalar que más del
86% de importaciones de esos productos provienen de EE. UU. (ver cuadro 1) y
representan más de una tercera parte del consumo nacional aparente (El
Financiero 05/06/2018). Texas y Iowa, dos
Estados clave en la victoria de Trump, son dos proveedores importantes para
México (El País 05/06/2018).
b.- 46 productos del capítulo 72 de
siderúrgica enfrentarán un arancel de 25 por ciento y pagarán el 24.6 por
ciento del incremento arancelario. En el listado destacan productos como tubos
laminados calientes, tubos térmicos, placas de acero, varillas y barcos. Es
significativo que el 42 por ciento de importaciones de esos productos son de origen
americano.
La medida arancelaria
sobre productos del acero tendrá implicaciones negativas para México. Ello
considerando que casi el 48% del consumo nacional aparente de acero crudo es
importado (CANACERO 2018), además es un
sector clave en términos de encadenamientos particularmente con la industria de
la construcción. Por lo cual, el incremento en el arancel, combinado con la acelerada
depreciación del peso frente al dólar (que ya supera los 20 pesos por dólar),
impactará en el corto plazo sobre costos de producción y por lo tanto en la
inflación. La diversificación en materia de países proveedores será
significativa para contrarrestar el impacto inflacionario.
Trump es de los pocos
políticos, que cumple lo que promete. Como candidato en reiteradas ocasiones se
refirió a la urgencia de retirar a EE. UU. del TLCAN. Ante el lento avance en las
negociaciones del acuerdo (en temas clave como reglas de origen en la industria
automotriz), la administración Trump optó por introducir un mecanismo de
presión vía los aranceles al aluminio y acero. La presión puede escalar a la
imposición de aranceles a los automóviles, dicha medida terminaría por sepultar
la modalidad de desarrollo guiada por las exportaciones en México.
Ante el panorama
internacional hostil, sorprende la ausencia de un verdadero plan B en México sin TLCAN. La tesis de la
diversificación a terceros países es inviable en el corto plazo, pues choca con
la realidad donde más del 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a los
Estados Unidos, con una alta concentración a nivel de empresa y productos y con
un predominio de comercio intra-industria e intra-firma. Un plan efectivo de
reactivación del crecimiento económico sin TLCAN pasa necesariamente por implementar
una política comercial e industrial activa que ponga el acento en el
fortalecimiento de encadenamientos internos y el empleo. Es decir, pasa por la
sustitución del patrón de desarrollo vigente por otro orientado al mercado
interno.
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