Auge y caída de la industria petrolera mexicana
Samuel
Ortiz Velásquez
En días pasados Peña Nieto celebró que con la reforma privatizadora de PEMEX, se
derriban las “barreras que impedían a México crecer”. En las líneas siguientes
ofrecemos algunas explicaciones de por qué es importante la rectoría del estado
en la industria petrolera y por qué consideramos que la profundización de las
reformas estructurales (como la energética) no es la ruta que permitirá
superar el estancamiento económico que ha tipificado a la economía mexicana
durante el último tercio de siglo de aplicación de políticas de corte
neoliberal.
Primero, el estancamiento económico de México se explica
en buena medida por la baja inversión, particularmente en los sectores de alta
productividad como la industria, en la medida que la industria cumple un rol
crucial en el proceso de crecimiento por diversas razones que hacen que la
productividad de la economía total se expanda endógenamente con la inversión y
producción del sector (Kaldor 1984). Ello por la existencia de fuertes vínculos
y complementariedad entre la inversión, acumulación y progreso técnico, pilares
del crecimiento de la productividad del trabajo. Agreguemos, algunos sectores
industriales, v. gr., como la
industria petrolera, son estratégicos pues presentan altos encadenamientos
productivos hacia atrás y hacia adelante con otras actividades económicas y
porque son una fuente de poder económico en la época actual, el cual con la
reforma se trasladará ahora a las empresas petroleras transnacionales (Castaingts
dixit).
La industria petrolera cumplió un rol importante en la
etapa de mayor dinamismo de la economía mexicana (1938-1981) asociada a la
modalidad de acumulación de industrialización basada en la sustitución de
importaciones (ISI), de hecho la inversión y el producto de la industria
petrolera crecieron a tasas más elevadas comparativamente con la manufactura y
la actividad económica nacional, es decir, el sector petrolero ejerció un
fuerte efecto de arrastre sobre el resto del aparato productivo nacional. Desde
1980 y con la implementación de la modalidad de acumulación neoliberal, se
asiste al desmantelamiento de la industria petrolera mexicana, reflejado entre
otras cosas en la dramática caída de la parte del producto destinado a la
inversión (ver gráfico 1). La caída de la inversión en el sector fue
premeditada y ello se explica en lo básico por el régimen fiscal de que es
objeto.
En el discurso oficial se dice que con la reforma de
apertura, se elevará la inversión en la industria petrolera mexicana, pues ésta
se complementará con la entrada masiva de inversión extranjera directa,
mientras los frutos del proceso se reflejarán en los bolsillos de la población
(v. gr., vía la reducción del precio
de la gasolina y el gas). Pero se omite que la reforma energética cambia todo
menos la estructura administrativa y tributaria de PEMEX y se mantiene en ellas
un cuerpo directivo corrupto. Por otro lado, mayores flujos de IED, significan la
entrada de poderosos actores supranacionales con capacidad de incidir/decidir
sobre el funcionamiento de la economía, ello fortalecerá aun más el poder de la
clase económica y política dominante y de paso nos advierte de las muy ínfimas
posibilidades reales de que una alternativa de izquierda llegue al poder en
2018 (recordemos la guerra sucia en contra de AMLO en 2006 y 2012 pero
magnificada en 2018). Agreguemos, la repartición de la renta petrolera entre
sector público, privado nacional y extranjero pondrá en serios aprietos a las finanzas
públicas y la forma en cómo se subsanará será mediante más y mayores impuestos
a la clase trabajadora.
En segundo lugar, valga un breve recordatorio a la clase política que dirige los rumbos del país: las reformas económicas “a la mexicana” desde 1985 han sido en buena medida las responsables del estancamiento económico:
En segundo lugar, valga un breve recordatorio a la clase política que dirige los rumbos del país: las reformas económicas “a la mexicana” desde 1985 han sido en buena medida las responsables del estancamiento económico:
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Las reformas
macroeconómicas han priorizado la estabilidad macroeconómica (en precios y
déficit fiscal), antes que la estabilidad y el crecimiento de variables
socioeconómicas cruciales como el producto, el empleo y la inversión. Para
controlar los precios, se ha utilizado al tipo de cambio como ancla anti-inflacionaria, ello en la medida que los procesos de apreciación del tipo de cambio real desde
finales de la década de los ochenta al abaratar los bienes importados han
contribuido al control de la inflación. Pero al abaratar los bienes importados
también modifican los precios relativos a favor de los sectores de bienes no
comerciables e inducen una reasignación de recursos hacia esos sectores,
reduciendo la rentabilidad de los sectores de bienes comerciables (como la
manufactura) e inhibiendo su inversión (Moreno-Brid y Ros 2010).
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La reforma financiera
de mediados de la década de los ochenta desembocó en un grave problema de
cartera vencida, en la crisis de 1994-1995 y el FOBAPROA.
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El retiro del estado
de la esfera económica se manifestó por diferentes vías, la primera, mediante
el abandono de la política industrial activa presente durante la ISI y su
remplazo por una política industrial neutral u horizontal. Con ello, la
inversión y la industria pierden el rol que las caracterizó durante la ISI:
comandando el proceso de acumulación. Y desde la década de los ochenta son las
exportaciones y la manufactura privada de exportación las que comandan el proceso
de acumulación. La segunda vía fue mediante una fuerte reducción de la
inversión pública especialmente en infraestructura desde 1984, la cual ha
contribuido a una lenta tasa de inversión privada y en la economía total.
En suma, con la reforma privatizadora de PEMEX se mina
toda posibilidad de integración de la economía nacional y se sobre-explotarán
los recursos naturales. A pesar de que 8 de cada 10 mexicanos están en contra de
la reforma, la sociedad mexicana no reacciona y se muestra desinteresada por
problemas de política. Por otro lado, la izquierda colaboracionista (del PRD) y
el nuevo partido político MORENA apuestan todo a una consulta popular en 2015,
es probable que la pregunta de la izquierda no pase (pues el PAN y el PRI promueven también preguntas con temáticas diferentes) y si pasa, es poco probable
que se reconozcan los resultados, sobre todo en un país tan acostumbrado a la
práctica de los fraudes electorales. El panorama económico, político y social
es sombrío.
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