ASÍ VAMOS… 2012: RETOS Y PERSPECTIVAS

Juan Castaingts Teillery     
Profesor Investigador UAM-I
Vivimos un año electoral. El reto no es para los partidos de a ver quién gana sino para los ciudadanos de a ver quién escogemos. Como ciudadanos sólo tenemos un lapso de 6 ó 7 meses en los cuales medio existimos, pues es en el periodo electoral el único momento en el que nuestras voces se escuchan un poco. El resto del tiempo no somos sujetos de la política sino objetos de la misma.
            Estamos sometidos a una oligarquía plebiscitaria que funciona en términos de partidocracia. Es oligarquía, porque sólo un grupo pequeño de políticos tiene el control de cada partido y ese control lo ejerce tendiendo una capa casi impermeable a la ciudadanía. En cada partido hay subgrupos que se pelean entre sí por ver quién tiene el control del partido aunque sus luchas son internas y ajenas a la sociedad. Grillas y componendas determinan quién gana; quedan los más astutos y cínicos para esa lucha y los que tienen capacidad para dirigir el país suelen quedar desplazados. La ley electoral fue el resultado de esta oligarquía partidocrática.  A los ciudadanos se nos consulta por medio de un plebiscito, cuál de los partidócratas nos parece el menos malo. No es un juego democrático entre ciudadanos organizados en partidos, es el resultado de lucha interna a la partidocracia que cada período de tiempo hace consultas ciudadanas. En este año entramos al período de consultas ciudadanas y por eso, algo nos tienen que tomar en cuenta.
            Esta consulta ciudadana no es democrática porque se hace por medios publicitarios, principalmente la TV y los “spots”. Hay promesas pero no programas; hay maniobras manipuladoras pero no proposiciones. Sobre todo, hay compra de votos y todo tipo de chanchullos que cada partido pueda hacer. No hay confianza en el árbitro electoral que es el IFE, sus miembros representan al gobierno y a la partidocracia, no a la ciudadanía; sus leyes se interpretan de cualquier manera. El Tribunal Electoral (TEPJF) dicta sentencias tan contradictorias entre sí, que todo indica más arbitrariedad que razón jurídica.
            La partidocracia nos está mandando una “caballada flaca”. Los panistas no han demostrado capacidad gobernante, el del PRI muestra pobreza intelectual y el de la izquierda no parece tener los tamaños suficientes para enfrentar los graves problemas del país y además, tiene una tendencia nada agradable hacia el caudillismo. Todo esto frente a una ciudadanía cada vez más harta que está “hasta la madre”.
            No es el momento de los partidos, es el momento de la ciudadanía para exigir análisis claros y bien fundados sobre la fuerte problemática que vivimos, para demandar estrategias de acción racionales y bien fundamentadas, para exigir que se eliminen los abusos, para implantar reformas. Tres son desde mi punto de vista, los puntos clave. Primero, una reforma educativa substancial que acabe con el infame domino de la denominada “profesora” y que enseñe sobre todo, a pensar y a razonar a nuestros niños. Segundo, una transformación a la política económica más centrada en el mercado interno, en el bienestar colectivo y en la ecología. Tercero, un estado de derecho y un sistema de aplicación de las leyes justo, universal y efectivo. Sin educación, sin oportunidades abiertas para todos y sin estado de derecho, no hay nada que se pueda hacer contra la pobreza, contra la crisis y contra la corrupción, la criminalidad y el narcotráfico. Yo sólo pediría ideas claras y compromisos efectivos en esos tres terrenos y creo que todo lo demás se solucionaría a partir de esos tres sólidos pilares. Sin educación, sin oportunidades para todos y sin justicia nos encontramos desde hace muchos años y vemos cómo se destruye nuestra sociedad, nuestra economía y nuestras esperanzas.
            No quiero ni creo que queramos promesas en esos tres terrenos, se requieren diagnósticos y estrategias claras y bien fundadas.
            Vivimos en una época nacional y mundial de turbulencias. En México vivimos una sequía y heladas que han destruído cosechas además de una política que ha abandonado al campo. El riesgo de fuertes alzas en productos alimenticios es elevado. El crecimiento económico no es malo, pero sólo beneficia a una minoría de la población y el resto se hunde en el desempleo, la pobreza y la angustia. La violencia nos abruma y aniquila. Se han desperdiciado miles de millones de dólares producto del petróleo y de las remesas, con ellos se podrían haber hecho muchas cosas en materia económica. Mientras, el mundo vive turbulencias financieras fuertes y una tendencia al estancamiento económico o a un crecimiento débil.
castaingtsteillery@yahoo.com.mx

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