El ingreso y gasto de los hogares mexicanos en 2010

Samuel Ortiz Velasquez


El pasado viernes el INEGI dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) realizada en 2010. Como no es el caso entrar en un resumen, quisiéramos llamar la atención en tres aspectos que nos parecen importantes. Primero, como se esperaba, en términos reales los hogares mexicanos vieron reducido su ingreso corriente promedio trimestral en 12.3 por ciento comparando 2010 con 2008. Por deciles de ingreso, destaca que el 10 por ciento de los hogares mexicanos más pobres tuvieron una pérdida en su ingreso real de 7.6 por ciento, mientras el 10 por ciento de los hogares con más altos ingresos fueron los que más redujeron sus ingresos con 17.8 por ciento. Lo anterior, como reflejo de la crisis económica de 2009 y las medidas gubernamentales pro cíclicas para hacerle frente.

Segundo, por estructura del gasto destaca que el 10 por ciento de los hogares mexicanos más pobres destinó 50 centavos de cada peso obtenido al gasto en alimentos, bebidas y tabaco, mientras el decil de más altos ingresos apenas dedicó el 23 por ciento a ese rubro, es decir, la población más pobre y vulnerable sufrió con mayor fuerza el alza generalizada de los alimentos ocurrida durante 2008 y 2009. En contraste, el gasto en educación y esparcimiento representó para el 10 por ciento de los hogares de más bajos ingresos apenas el 5.4 por ciento de su gasto, mientras para el decil de más altos ingresos fue el componente más importante del gasto con 19.5 por ciento.

Tercero y último, los resultados de la ENIGH muestran que la equidad en la distribución del ingreso sufrió una relativa mejoría. En efecto, en 2008 el 40 por ciento de los hogares de más bajos ingresos amasó un ingreso que representó el 37 por ciento de los ingresos que obtuvo el 10 por ciento de la población más rica, para 2010, el cociente sube a 39.4 por ciento, esto representa un aumento de 6.4 por ciento. Los resultados se ven reflejados en un Coeficiente de Gini que se redujo de 0.456 en el año 2008 a 0.435 en 2010. Lo anterior como un reflejo de las políticas asistencialistas del gobierno en los deciles de más bajos ingresos y en las zonas rurales y de la caída en el ingreso de los hogares con ingresos más altos. En efecto, en el decil de los hogares más pobres, 40 centavos de cada peso obtenido provinieron de las transferencias, principalmente de programas gubernamentales como Oportunidades.

Sobre el último punto, el asistencialismo en la actual estrategia de desarrollo “neoliberal” contribuye a mejorar las condiciones de vida de la población y las estadísticas socioeconómicas, pero de manera temporal. Solo un cambio en la estrategia de desarrollo que privilegie el mercado interno y que genere más y mejores oportunidades de empleo bien remunerado puede realmente contribuir a sacar de la pobreza y marginalidad a un porcentaje importante de la población mexicana.

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