ASÍ VAMOS… REFORMA POLÍTICA: PARTO DE LOS MONTES
Juan Castaingts Teillery Profesor Investigador UAM-I
Ayer, cuando escribía este artículo (11.30 AM), se estaba votando en el Senado la nueva ley de reforma política y en realidad me parecía un verdadero “parto de los montes”. Wikipedia define el parto de los montes como “La fábula, muy breve, relata cómo los montes dan terribles signos de estar a punto de dar a luz, infundiendo pánico a quienes los escuchan. Sin embargo, después de señales tan asombrosas, los montes paren un pequeño ratón. La fábula, y la expresión "el parto de los montes", se refieren por lo tanto, a aquellos acontecimientos que se anuncian como algo mucho más grande o importante de lo que realmente terminan siendo”.
En mi opinión estamos en el centro de una crisis política anómica. La anomia la definió el sociólogo francés Durkheim a fines del XIX como una enfermedad social en la cual, la sociedad disipa o pierde las fuerzas que le dan cohesión. Yo he adaptado y agrandado este concepto para la situación actual y conceptualizo la anomia a partir de los siguientes 8 conceptos.
1. Pérdida de referencias simbólicas. Borrosidad en el sentido de lo social.
2. Pérdida y/o confusión de valores. Existencia de valores contrarios a la reproducción social. Borrosidad ética y/o existencia de una ética antisocial.
4. Pérdida del lazo social; del cemento social.
5. Pérdida de relación entre lo social y lo individual.
6. Ruptura en la estructura social.
7. Incapacidad de la sociedad de reproducirse en términos adecuados.
8. El individuo busca mecanismos de supervivencia antisociales ante la carencia de expectativas internas al cemento social.
La reforma política es indispensable y, en la situación política actual, se encuentran los 8 elementos mencionados. No hay referencias simbólicas claras ya que la ideología política de todos los partidos se ha desdibujado y sólo se presenta en spots vacíos. Los valores políticos y éticos se han perdido y solo se ve al Estado como un botín. La estructura social se rompe por múltiples causas y no hay reproducción adecuada de la misma. Marginados, clases medias y clases altas buscan en mecanismos sociales antisociales (violación a la ley, imposición de oligopolios (ejemplo la TV) y de monopolios, impunidad, crimen organizado, etcétera.
Vivimos en partidocracia es decir, bajo un domino de partidos aislados de la ciudadanía, impermeable a ella. Se nos dice que los partidos políticos son indispensables en el proceso democrático y yo estoy de acuerdo en ello. Sin embargo, se requieren auténticos partidos políticos integrados con la ciudadanía y un régimen democrático y creíble. Lo que hoy tenemos son remedos de partidos, de democracia y un IFE poco creíble. Todos los partidos actuales tienen tribus que contienden en su interior por el poder. No se ven corrientes de ideas con una cosmovisión de México y sus perspectivas. En la partidocracia se dan las luchas de las tribus internas y el ansia de poder domina casi totalmente la vida de los partidos. La ciudadanía queda olvidada y excluida. Además, en el interior de los partidos existen grupos y caciques dominantes y son ellos y sus intereses, los que determinan quiénes son los candidatos y en qué puestos. Todo el ascenso por méritos queda casi excluido. Los ciudadanos capaces no sólo no tienen cabida en este juego sino que se les ve como peligrosos para los poderes ya constituidos. No es por casualidad que desde hace lustros dominan los mismos grupos y casi las mismas personas. La mediocridad domina. No todos son mediocres pero el conjunto es muy gris; tenemos una de las sociedades políticas más mediocres de nuestra historia. No representan a la sociedad, ya que en ésta hay muchas gentes con capacidad y talento, pero las han aislado.
Es un avance que haya candidaturas ciudadanas, que se legalice la consulta popular y algunas de las otras propuestas de la reforma política, pero es una mejoría pequeña, es un parto de los montes. Hay que reducir con fuerza el subsidio a los partidos el cual genera que grupos oligárquicos internos se apoderen de la “franquicia” y sean impermeables a todos los ascensos de la juventud de cada partido. Sólo ascienden los ya sometidos. Hay que reducir el número de senadores y diputados. Hay que obligar a los partidos a tener una verdadera democracia interna. Hay que romper el abismo que existe en la actualidad entre sociedad política y sociedad civil. Hay que garantizar la independencia y neutralidad del IFE, etcétera.
La partidocracia es someter a la sociedad civil a los aparatos dominantes de los partidos. La reforma propuesta mantiene el poder de la partidocracia.
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