ASÍ VAMOS... MÉXICO: LA OLIGARQUÍA PLEBISCITARIA

Juan Castaingts Teillery Profesor Investigador UAM-I

En solidaridad con Carmen Aristegui

Los procesos electorales que hemos vivido, y todo indica que los próximos que vamos a vivir, son patéticos. No hay programas, no hay visión del mundo, no existe un diagnóstico sobre nuestros problemas, en cambio hay todo tipo de transas inimaginables del “quítate tú para ponerme yo” basado en promesas demagógicas y en spots ¿Es esto democracia?

Nuestro análisis conduce a la siguiente tesis: vivimos la confrontación en una arena de una oligarquía plebiscitaria dividida.

Aclaremos esta tesis. Un campo es un espacio social y/o físico en el que se encuentran involucrados actores, relaciones y reglas. Ya habíamos hablado de este concepto, recordémoslo.

Los actores son personas o grupos de intereses políticos y económicos que se hacen presentes y se enfrentan para lograr premios o beneficios. Hay un espacio y los actores acuden a él en búsqueda de premios o beneficios.

Las relaciones son aquellas en las que los diversos actores entran en juego para lograr sus beneficios o premios; estas relaciones pueden ser políticas (de poder) o de tipo mercantil (búsqueda de una ganancia por medio de relaciones productivas y mercantiles) o bien de tipo social (búsqueda de prestigio, reconocimiento, etcétera).

En un campo las relaciones entre actores están sujetas a reglas del juego. Finalmente, estos actores que entran en relaciones reglamentadas para la búsqueda de la obtención de un beneficio, poder o prestigio, se establecen en un espacio social institucionalizado. Las instituciones acogen a los actores, hacen posible el juego, vigilan el cumplimiento de las reglas y castigan a sus infractores.

En el campo la relación entre los actores no es tranquila, todos quieren su beneficio y por ende, en el campo hay una lucha en la que se usa la fuerza que genera tensiones. Fuerza, tensión y lucha, corresponden al funcionamiento normal de todo campo. Cuando las tensiones sobrepasan a las reglas y a las instituciones, se configuran antagonismos y enfrentamientos y entonces, el campo deja lugar a la arena. La arena surge cuando las tensiones desbordan el campo, cuando éstas se polarizan y configuran antagonismos. La resolución del conflicto de la arena implica otros procesos denominados “dramas sociales”. En las sociedades modernas, la solución de la arena en ocasiones pasa por dramas sociales.

Desde otro punto de vista, podemos decir que vivimos una república dominada por una oligarquía plebiscitaria.

Una oligarquía según el diccionario, es una “forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido número de personas que pertenecen a una misma clase social”. No hay duda de que la clase social adinerada es la que ejerce el poder en México. Es cierto que el sector más importante y dominante es el que ha hecho su fortuna por las vías del sector financiero y bursátil, pero existen otras vías: la industria, el comercio, los servicios; también existe la vía de la acción política: puestos en el gobierno, de representación, control de sindicatos, etc., que dan acceso hacia fortunas no pequeñas. Casi todos los miembros de la política que ejercen el poder, son seres que tienen o representan diversos niveles de fortuna económica. Los representantes directos y reales de clases medias, obreras y campesinas, forman evidente minoría.

Es una oligarquía plebiscitaria ya que actúa conforme a sus intereses pero de tanto en tanto, resuelve sus conflictos por medio de plebiscitos en forma de elecciones.

Lo clave de la oligarquía que ahora domina, no es que tenga ideologías e intereses diversos sino que actualmente se encuentre profundamente dividida. La lucha de intereses e ideológica se había dado en el interior de un campo; en él se habían configurado alianzas de clases y/o de grupos más o menos estables, pero actualmente la estabilidad parece perderse, las ideologías quedan, pero los proyectos se vacían en lo que parece una oligarquía cada vez más dividida que se enfrenta en el interior no de un campo sino de una arena.

El momento actual se caracteriza por el dominio de caciques, la carencia de una alianza estable en el interior de la oligarquía y el enfrentamiento de los grupos caciquiles en términos de drama social. Estos enfrentamientos se presentan entre y en el interior de los partidos, entre ellos y con el gobierno constituido.

Estos dramas sociales son muy peligrosos para una nación que ya tiene fuertes grados de desestabilización política, social y criminal. La elección presidencial se anuncia con un abismo entre sociedad civil y sociedad política.

asi_vamos@yahoo.com.mx

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