ASÍ VAMOS… ALZA PRECIOS ALIMENTARIOS: OPORTUNIDAD AL CAMPO MEXICANO

Juan Castaingts Teillery Profesor Investigador UAM-I

Vivimos al menos, cuatro crisis económicas importantes. Primera, una crisis financiera y un estancamiento económico. Segunda, una crisis en los sistemas de pagos internacionales originada por los problemas del dólar, del euro y la inestabilidad monetaria internacional. Tercera, una crisis energética que se manifiesta en los crecientes precios del petróleo. Cuarta, una crisis alimentaria que se expresa en la insuficiencia de algunos productos alimenticios a nivel mundial y a su alza de precios. Las cuatro crisis son diferentes pero con conexiones entre sí.

Hoy nos ocuparemos del alza importante que están sufriendo los precios de los productos alimenticios a nivel nacional e internacional. Los precios de los alimentos han repuntado con fuerza y su índice internacional alcanza nuevamente los elevados niveles que se habían presentado en el 2008. Este hecho, que nuestras autoridades viven como problema pero que debería de ser lo contrario: una gran oportunidad para el impulso al campo y a la economía mexicana.

En el “Así Vamos…” de la semana pasada dijimos que la estrategia en materia de política económica debería fincarse en dos pilares: el campo y la energía. Hablemos de la política en el sector agrícola y ganadero.

Desde los años sesenta vivimos en México un período de declive constante del sector agrícola. Había mucha corrupción en los bancos que atendían a ejidatarios y pequeños propietarios, también la había en la compañía que aseguraba las tareas agrícolas. La producción de fertilizantes era deficiente y cara. La Conasupo tenía graves problemas. El neoliberalismo cerró todos estos organismos pensando que las fuerzas del mercado arreglarían las cosas en forma natural. El resultado está a la vista: la corrupción ha tomado otros senderos pero sigue tan grave como antes, la crisis estructural de agricultura y ganadería se ahonda, el campo sigue en crisis y los campesinos en la miseria. Aun peor, nuestra dependencia hacia el exterior de productos básicos para la alimentación crece año con año. Los viejos organismos eran corruptos, tenían muchos problemas pero, aunque mal, atendían las necesidades claves de crédito, aseguramiento y comercialización de los productos agropecuarios; hoy ya no se tiene nada de esto. Se vive la misma corrupción y además, un mercado ineficiente.

En los años setenta yo trabajaba en Conasupo, el presidente Echeverría había ordenado un estudio sobre ventajas comparativas de la agricultura mexicana. Se formó un equipo multidisciplinario con representantes de distintos organismos del Estado; yo iba por Conasupo. Se realizó lo que en su época fue un enorme modelo de programación lineal. El maíz y otros productos básicos alimentarios salieron con fuertes desventajas comparativas. En esa época en México, Conasupo compraba el maíz a 940 pesos por tonelada y en el mercado internacional a 600 ó 650 pesos; el modelo señaló que convenía importar y la producción debía bajar. Yo me opuse con todas mis fuerzas señalando que el maíz era básico para la sociedad y el empleo y que su producción se debía incluso, impulsar. Era evidente que perdí de todas, todas. Vi un memorando en el que el presidente Echeverría ordenaba disminuir créditos, seguros, agua, compras de maíz para reducir su producción.

Me fui a continuar mis estudios a Francia y desde ahí fui testigo de la reducción de la producción de maíz en México; al año siguiente el precio del maíz internacional pasó de los 650 pesos a más de 3000. El resultado de tal plan fue una catástrofe; el campesino padeció miseria y hambre y el país tuvo que importar grandes cantidades con pérdida de divisas y atascamiento de sus puertos. El mercado por sí mismo es una falsa solución.

Hoy, existen precios internacionales muy altos y éstos marcan una gran oportunidad para impulsar con fuerza a todo el sector agropecuario. Hay que rediseñar nuevos organismos que tomen en cuenta la experiencia anterior (negativa y positiva), para impulsar crédito, agua, aseguramiento de productos y comercialización de los mismos. Tenerle miedo a los subsidios es un absurdo. Necesitamos producir grandes cantidades de fertilizantes a partir de nuestro petróleo. Requerimos nuevas obras de regadío. Los precios de los productos dan para pagar los costos de regeneración de tierras.

El campo es un núcleo básico “de jale y empuje” a la economía en general y al empleo. Otra política económica es posible e indispensable.

Hay oportunidades, lo que falta es gente capaz de actuar. La mediocridad y el dogmatismo (dios mercado) nos dominan.

Comentarios

  1. Muy buen articulo del Dr. Castaingts. La mayoría -sino es que todos- los países desarrollados, en sus primeras etapas de desarrollo impulsaron fuertemente sus sectores agrícolas. Aun en la actualidad este sector es fuertemente protegido por ... las grandes potencias, de hecho, los altos subsidios que otorgan al campo fue uno de los puntos de conflicto en las rondas de Doha.
    La escalada de precios de las materias primas a nivel internacional se ha traducido en otros países como Brasil y Chile, en una oportunidad para impulsar sus economías. Para los gobernantes mexicanos, todo se deja a la buena de Dios (el mercado).
    Si bien coincido en la afirmación del profesor Castaingts, acerca de la gran incapacidad y mediocridad que hoy gobierna nuestro país, también es cierto que si al campo se le tiene tan abandonado, en gran medida es porque la política "neoliberal" privilegia a los sectores parasitarios y no a los sectores productivos, a cuestas del bienestar del resto de la población.

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