Irlanda, el modelo neoliberal de CIU (y del PP)
Vicenç Navarro
El Plural / Rebelión
Tal como ha mostrado Jordi García Soler en las páginas de El Plural (CiU y “su modelo económico irlandés”. 18.11.10) Irlanda ha sido durante estos últimos años el modelo sobre el cual se han inspirado las políticas económicas y sociales de CiU, una coalición de un partido liberal (en realidad neoliberal), CDC, y un partido democratacristiano, Unión Democrática. Artur Mas, el presidente de CiU y candidato de tal coalición a la Presidencia de la Generalitat, escribió que Irlanda es un país pequeño, que “anda por la vía de la calidad y de la excelencia, más que Cataluña”. David Madí, otro dirigente de CiU, considerado como uno de los ideólogos del CDC, también escribió que “Catalunya debía observar el milagro económico irlandés con mucha atención, porque enseña el camino de cómo un país puede encontrar, en la adaptación a la globalización, no sólo su supervivencia, sino incluso un grado de prosperidad y modernidad sorprendentes”. Y recientemente Duran i Lleida se refirió a Irlanda como el punto de referencia para el desarrollo de Catalunya (todas estas citas provienen del artículo de Jordi García-Soler). Tales alabanzas responden, entre otros factores, a lo mucho que tiene en común CiU con la coalición neoliberal-cristianodemócrata que ha gobernado Irlanda por muchos años. Y para acentuar todavía más las similitudes entre la coalición conservadora neoliberal irlandesa y la catalana, ambas coaliciones se caracterizan por un nacionalismo conservador católico, detrás del cual existe un poderoso entramado de poderes financieros y económicos que lo promueven.
Es interesante observar que mientras que el fundador de CiU, Jordi Pujol, había llegado a considerar a Suecia (el prototipo socialdemócrata) como punto de referencia para CiU (aunque pocas de las políticas llevadas a cabo por su gobierno podrían haberse definido como socialdemócratas), su sucesor y máximo dirigente de CDC, así como Duran i Lleida, el máximo dirigente de Unión Democrática, hayan hecho ambos referencia a Irlanda como el modelo de desarrollo de la economía catalana (y en cuanto a miembros de las Cortes Españolas, también de la economía española).
Joan B. Culla, el intelectual más visible mediáticamente del pujolismo, criticaba (en su columna del doce de noviembre último, en El País de Catalunya), a los socialistas catalanes por haber señalado los grandes cambios que CiU había experimentado durante los años de su existencia, mostrando que Artur Mas, el candidato de CiU a la presidencia de la Generalitat de Catalunya, era muy distinto de Pujol, presidente de la Generalitat durante veintitrés años. Culla niega tal diferencia, celebrando la coherencia y continuidad de CiU en sus mayores postulados, aún cuando –según él- han variado en su expresión a lo largo del tiempo. Por lo visto, Joan B. Culla no sigue la literatura económica o no conoce la diferencia entre Suecia e Irlanda. Pero la variación en la narrativa ha sido sustancial, aunque la etapa socialdemócrata de CiU (si es que alguna vez existiera) fue muy breve. Pero como es característico de Joan B. Culla, además de envolver sus tesis con gran cantidad de sarcasmos, se centra predominantemente en las relaciones Catalunya-España, concluyendo –como independentista que es- que nada es posible de hacer ya dentro de España. Presenta su postura favorable a la independencia de Catalunya, como la única vía posible, sin preguntarse qué haría el gobierno CiU en una Catalunya independiente, pues el que tomara a Suecia o a Irlanda como modelos para Catalunya tiene una enorme relevancia para el bienestar y calidad de vida de la población en Catalunya.
La coalición conservadora-neoliberal que gobierna Irlanda
Irlanda ha estado gobernada durante muchos años por una coalición de un partido liberal y un partido conservador demócrata-cristiano y, también como CiU, de clara ideología nacionalista católica. El profundo conservadurismo y la gran influencia de la Iglesia en Irlanda explican que hasta 1995 el divorcio no fuese legal en aquel país. Y todavía hoy continúa siendo ilegal (excepto en caso de enfermedad física y biológica, aunque no mental, de la madre). Existe una intolerancia religiosa hacia otras religiones y hacia grupos laicos que, comprensiblemente, éstos definen como asfixiante.
Su ideología liberal (en realidad neoliberal) explica que desde 1997, el gobierno irlandés haya aplicado políticas públicas de claro corte neoliberal. En realidad, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo (los guardianes de la ortodoxia neoliberal), habían presentado durante todos estos años a Irlanda como un modelo a seguir. Irlanda era el discípulo aventajado de la escuela neoliberal patrocinada por el FMI y el BCE. Ha sido durante todos estos años el país con menos impuestos (los impuestos sobre el capital, (corporate taxes) son sólo un 12.5%, los más bajos de la UE, (cuyo promedio es 24%); el gasto público (incluyendo el gasto publico social) es el más bajo de la UE-15 (el gasto público social, que cubre todas las transferencias públicas, como las pensiones, y los servicios públicos del estado del bienestar como sanidad, educación, servicios sociales, y otros es el más bajo de la UE-15, un 18% del PIB, comparado con el 28% del promedio de los países de la UE-15, y el 21% de España); la privatización de los servicios públicos ha sido la más acentuada en el UE-15 (la Iglesia Católica, gestiona gran número de centros educativos, escuelas y centros sanitarios, todos ellos muy subsidiados por el estado) y el mercado de trabajo es el más desregulado (es facilísimo despedir a un trabajador); la banca es poderosísima (recibiendo las ayudas más sustanciales del Estado, en la UE-15). Éste era el modelo neoliberal promovido por el FMI y por el BCE (y también, aunque en menor medida, por la Comisión Europea), y que CiU consideró y continúa considerando (hasta hace muy poco) su modelo económico y social.
Resultado de estas políticas, las desigualdades sociales son también de las más elevadas de la UE-15, junto con España, Grecia y Portugal. Su Coeficiente de Gini, que mide las desigualdades de renta de un país, muestra que tales desigualdades son muy acentuadas. El Gini de Irlanda es incluso peor que el de Catalunya y el de España (que también se caracterizan por unas grandes desigualdades, un bajo gasto público, una política fiscal muy regresiva y un gasto público social bajo). Todos estos indicadores reflejan el enorme poder de clase y grupos dominantes, centrados en un entramado de bancos y grandes empresas que dominan, junto con la Iglesia, la cultura política y mediática de Irlanda. Según Paula Clancy, Directora del conocido centro de estudios Action on Social Change (TASC) de Irlanda, treinta y nueve individuos controlan la vida económica y financiera del país a través de múltiples nombramientos en varios comités de dirección de las cuarenta compañías más importantes, que representan ¾ partes de las grandes empresas del país. El centro de este grupo de poder es la banca que, junto con las inmobiliarias y la construcción, ha constituido un complejo, que ha sido el centro de desarrollo económico de Irlanda (tal como también ha ocurrido en España). Este complejo, junto con las empresas extranjeras que se han desplazado a Irlanda atraídas por los bajos impuestos, bajos salarios y bajo gasto público, han sido las bases del “milagro de crecimiento económico y creación de empleo” en aquel país. Como en España, el crecimiento se basaba, en gran parte, en una gran actividad especulativa (las inmobiliarias), bajos salarios y bajos impuestos del capital, con una enorme pobreza de su estado del bienestar.
Como en España el crecimiento económico fue muy elevado durante muchos años, lo que explica que se convirtiera en el modelo que el FMI y el BCE mostraban como ejemplo de la eficacia de las políticas que Irlanda había seguido (disminución de impuestos, sobre todo de las rentas del capital y rentas superiores, privatizaciones, moderación salarial, desregulación del capital financiero, y otras medidas pertenecientes al ideario). Tales políticas eran las que habían producido el “milagro neoliberal”. Partidos conservadores-liberales (como CiU) mostraron también su apego a tales políticas, refiriéndose a Irlanda como muestra de la bondad del neoliberalismo.
La crisis actual y su respuesta
Esta situación paró en seco cuando llegó la crisis en el año 2007. Pero incluso en aquel momento, Irlanda fue el alumno más obediente de la escuela neoliberal. Respondió a la crisis siguiendo los dictados del FMI y del BCE. Ningún país siguió tales instrucciones con mayor docilidad. Juan Torres ha resumido muy bien en su artículo “Irlanda como ejemplo” (Sistema. 19.11.10) las medidas que aquel país tomó para salir de la crisis. Redujo un 20% el sueldo de los empleados públicos, redujo un 10% las prestaciones sociales, redujo el gasto público en sanidad y educación, privatizó todavía más los servicios públicos y tomó otras medidas que el mundo financiero y empresarial habían estado deseando hacer desde hacia mucho tiempo.
Estas medidas fueron acompañadas por medidas de apoyo público a los bancos (la ayuda más masiva en la UE-15), intentando no sólo evitar sus pérdidas, sino también garantizar los depósitos. Debido al descenso de las rentas de trabajo como porcentaje del PIB (que eran ya, antes de la crisis, las más bajas de la UE-15), hubo un bajón en la capacidad adquisitiva de la población creando un gran endeudamiento privado. Por otra parte, la bajada de fondos del estado (resultado de las bajadas de impuestos) supuso un gran endeudamiento del estado. Sumando deuda privada y deuda pública, la deuda total representa hoy en Irlanda el 700% del PIB del país, una cifra astronómica. La gran mayoría de esta deuda la poseen bancos británicos, 42.000 millones de euros, los bancos alemanes 46.000 millones y los bancos franceses, 21.000 millones. La imposibilidad de que Irlanda pague la deuda privada y pública puede crear un problema gravísimo para el sistema financiero europeo. De ahí la “ayuda” a Irlanda por parte del BCE y del Fondo de Ayudas establecido por la UE, que tiene como objetivo asegurar que los bancos alemanes, franceses y otros reciban el dinero prestado.
La mezcla de disminución de ingresos al estado (debido al colapso económico y disminución de impuestos) y aumento de las ayudas públicas del estado irlandés a los bancos ha disparado el déficit (32% del PIB) y la deuda pública, sin que aquellas medidas hayan logrado su objetivo de estimular la economía. En realidad, se consiguió lo opuesto. Estas medidas de austeridad crearon un desplome de su PIB, de nada menos de un 11%, habiéndose colapsado la demanda interna y la inversión.
Frente a esta situación le quedan dos alternativas a Irlanda. O salir del euro y recuperarse a base de bajar el precio de la nueva moneda o pedir ayuda al FMI y al BCE, lo cual aumentaría más las medidas de austeridad que han llevado a Irlanda al desastre. Ambas instituciones han recomendado mayores recortes del gasto público, mayores recortes de empleo público y recortes del salario mínimo. Esta es la situación del modelo neoliberal de CiU, resultado de la aplicación de las políticas de austeridad que está proponiendo: bajada de impuestos, reducción del gasto público, reducción del empleo público, reducción (la llaman moderación) salarial, privatización de los servicios públicos y otras medidas neoliberales.
Últimas reflexiones
Resultado del desastre de tal modelo, uno esperaría varias respuestas. Una es que la coalición conservadora neoliberal irlandesa, así como el FMI y el BCE pidieran perdón al pueblo irlandés por haberles impuesto unas medidas que han perjudicado y continuarán perjudicando enormemente a la población irlandesa. Y que, aprendiendo de lo sucedido, cambiaran sus propuestas 180º, favoreciendo la expansión del gasto público como manera de salir de la crisis. Tal esperanza es inútil porque no cambiarán. En el mundo de los dogmas, la fe nunca se pierde, aunque el coste humano sea enorme.
La otra respuesta que uno esperaría es que CiU admitiera que las propuestas inspiradas por “el milagro irlandés”, tales como reducción de impuestos, privatización de los servicios públicos, reducción del empleo público, desregulación del mercado de trabajo (en Catalunya y España, que tienen uno de los gastos y empleo público más bajos de la UE-15, y también el menor porcentaje de impuestos sobre el PIB) no son las más adecuadas para salir de la crisis, cambiando también 180º sus propuestas, proponiendo un aumento del gasto público y del empleo. CiU no lo hará porque los intereses de clase que representa se opondrán a tal cambio.
Y la tercera esperanza que queda es que los mayores medios de información y persuasión en Catalunya hubieran hecho alguna observación, informando al público de que el modelo de CiU ya se ha experimentado en Irlanda, convirtiéndose en el mayor desastre de la UE. Pero esto hubiera sido esperar también demasiado de tales medios.
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