El G–20, la APEC y la posición subordinada de México
ARTURO HUERTA GONZÁLEZ
Ante los problemas de crecimiento y desempleo que enfrentan los Estados Unidos (EUA), el presidente Obama sostuvo en las reuniones del Grupo de los 20, y en el Foro de Cooperación Económica Asia–Pacífico (APEC), que la economía global solo puede recuperarse si la situación económica de los EU mejora, lo que requiere un incremento de las exportaciones. Para ello propone que las economías emergentes (también llamadas del Sur), tienen que permitir que el valor de sus monedas sea fijado por el mercado, para que así vean apreciadas sus monedas. Es decir, fortalecidas sus monedas ante la gran entrada de capitales que está fluyendo a tales economías, y así perder competitividad, frente aquellas como EU que está devaluando su moneda, y mejorando su competitividad.
EU quieren salir de la crisis a expensas de afectar la situación económica del resto del mundo. A través de la devaluación del dólar, pretenden incrementar sus exportaciones hacia aquellos países, como el nuestro que mantiene la moneda fuerte y el dólar barato, lo que lleva a que ellos dinamicen su producción y empleo, a costa de ver nosotros desplazada la producción por importaciones, y ver contraído el empleo e incrementado el déficit de comercio exterior.
La posición del gobierno mexicano en tales foros fue la de promover las políticas de libre comercio, además de oponerse a aquellos países que controlan el tipo de cambio con fines competitivos, variable, que según ellos, debe ser regulada por el mercado. Asumió la misma postura que el presidente de EU. Felipe Calderón, además, señaló que una de las causas de la crisis de 2009, fue el exceso de capitales especulativos en diversos mercados, y sin embargo, no hace nada para frenar la gran entrada de capitales especulativos que están entrando al país, tanto hacia la Bolsa de Valores de México, como a comprar deuda pública, dadas las altas tasas de interés que ésta ofrece. Ello está incrementando las reservas internacionales, y apreciando la moneda nacional, repitiendo el mismo esquema que nos llevó a la crisis.
Uno se pregunta si el presidente de México tiene que defender los intereses de los mexicanos o los de los estadounidenses, pues con las políticas de libre comercio, y con la política cambiaria seguida (de no utilizarla como herramienta de política comercial) se ha actuado en detrimento de la competitividad, de la producción y del empleo nacional, además de llevarnos a la dependencia de los flujos de capital.
La crisis actual, evidencia que no se puede dejar al libre mercado la determinación del tipo de cambio, ni la tasa de interés, ni los precios, pues ello nos ha levado a tener menos industria, menos agricultura, menos empleo, así como fuertes presiones sobre el sector externo que han aumentado nuestra dependencia de la entrada de capitales.
La economía de EU no deja al mercado la determinación de sus variables macroeconómicas. Ellos han bajado la tasa de interés y devaluado el dólar para mejorar competitividad, para proteger su producción y su empleo frente a importaciones, como para dinamizar exportaciones, y así reactivar su economía.
En cambio el gobierno mexicano, sigue a pie puntillas los dictámenes que el gobierno de EU traza para el resto de los países. Apreciamos (fortalecemos) el peso a través de altas tasas de interés, y promoviendo entrada de capitales (e incrementando la deuda externa), lo que resta competitividad a la producción nacional, y favorece al sector financiero, así como a aquellos que nos venden productos desde el exterior. Así los EU, y los países que tienen mejor competitividad (sea por su productividad, como porque devaluan sus monedas), nos invaden de productos, los cuales desplazan a la producción nacional. Ellos crecen a costa nuestra, y nos obligan a vender y extranjerizar activos y sectores estratégicos para poder financiar la estabilidad (apreciación) de nuestra moneda y el déficit de comercio exterior.
Esto es insostenible, pues no contamos con recursos para asegurar el reembolso de las obligaciones que se derivan de la entrada de capitales, y además, éstos no desarrollan la producción nacional, y cada vez tenemos menos recursos y sectores susceptibles de vender y ofrecer para promover más entrada de capitales.
El país enfrenta cada vez mayores problemas, y depende más de los flujos de capitales, siendo altamente vulnerables al comportamiento de las variables externas, como resultado de las políticas de libre mercado predominantes. Hemos perdido soberanía y seguridad nacional. En este contexto no hay cabida alguna para proyecto de nación. De ahí que ya nadie habla de la necesidad de reivindicar un Proyecto incluyente, soberano y equitativo.
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