AGUSTÍN CARSTENS: ANUARIO DE PRONÓSTICOS FALLIDOS

Samuel Ortiz Velasquez
La Jornada de Oriente 30/12/09

A unas horas de que concluya el año 2009, el gobierno federal continúa sosteniendo que la economía mexicana ha superado la crisis y que se crecerá por arriba del 3 por ciento en 2010. Este tipo de declaraciones ya no sorprende a los mexicanos, para muestra, en las líneas siguientes haremos un resumen de los fallidos pronósticos de crecimiento económico para 2009 de Agustín Carstens, ex-secretario de Hacienda (hoy gobernador del Banco de México) y uno de los principales responsables del histórico hundimiento de la economía mexicana en el año que termina.
En febrero de 2008, cuando en Estados Unidos se sabía de las dimensiones catastróficas de la crisis, en México, se declaraba sin mayor rubor que a la economía mexicana le daría solo un “catarrito” (Carstens dixit). Así, de febrero a septiembre de 2008, el entonces secretario de Hacienda sostenía que la economía crecería 3 por ciento en 2009, haciendo caso omiso a la caída de 0.4 por ciento en la producción industrial estadounidense durante el segundo trimestre de 2008 y el consiguiente estancamiento de la producción industrial mexicana en igual periodo, además de la caída de las remesas a partir del primer trimestre de 2008 y de la Inversión Extranjera Directa (IED) a partir del tercer trimestre del mismo año. Debido a ello y con un retraso de algunos meses, en octubre de 2008, el ex-secretario redujo a 1.8 por ciento los pronósticos de crecimiento. Dicha expectativa se mantuvo durante los meses de noviembre y diciembre.
En enero y febrero de 2009, Hacienda declara que la economía mexicana simplemente no crecerá. Para marzo de 2009, Carstens reconoce con un retraso de 11 meses que la crisis se ha convertido en un “gran tsunami”, no obstante, se muestra optimista tras afirmar que la economía se contraería solo en 2.8 por ciento. Durante abril, Carstens redujo de nueva cuenta la expectativa, ahora a (-) 3.3 por ciento; entretanto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advertía que México decrecería en 2009 a una histórica tasa de 7.3 por ciento. En mayo, Hacienda reduce de nueva cuenta la expectativa, a (-) 4.1 por ciento y a lo largo de junio y julio los pronósticos se reducen a (-) 5.5 por ciento. Al respecto, en julio, el Banco de México, advertía también de una caída del 7 por ciento. Finalmente, 18 meses después, en agosto y septiembre se admite oficialmente que México decrecerá este año entre 6.8 y 7 por ciento (Carstens dixit), una caída sin precedentes en los últimas siete décadas.
En suma, de septiembre de 2008 a agosto de 2009, Hacienda redujo la expectativa de crecimiento de 3 a (-) 7 por ciento. Esto significa que en tan solo 11 meses las expectativas cayeron en términos absolutos 10 puntos porcentuales, casi un punto porcentual por mes.
Con ello se demuestra que el ex-secretario de Hacienda no supo entender las dimensiones reales de la crisis y mucho menos fue capaz de instrumentar políticas contra-cíclicas para superarla, pese a su probada ineptitud, Felipe Calderón le otorga a principios de diciembre la dirección del Banco de México. Los resultados de su gestión durante 2009 son bien conocidos: de enero a septiembre del mismo año, la economía acumula una caída anual de 8.1 por ciento, ello se explica porque entre otras cosas, los elementos de la demanda global reportan en igual periodo derrumbes históricos: el consumo total ha caído a una tasa anual de 6.5 por ciento; la inversión fija bruta se ha contraído a una tasa de 11.8 por ciento y las exportaciones se han contraído a una tasa anual de 21.5 por ciento. Las consecuencias: el desempleo se encuentra en su nivel más álgido desde el año 2000, han cerrado más de 194 mil empresas, el empleo informal se expande considerablemente, el número de pobres ha aumentado, por decir lo menos.
Lo anterior revela también la econometría mañosa que utiliza Hacienda. Si se trataba de manipular las expectativas con el objeto de mandar señales de tranquilidad a los agentes económicos entonces la estrategia falló, ya que los actores terminan por no confiar en los pronósticos oficiales, convirtiéndose este en un factor que influirá negativamente en el desempeño de la economía mexicana durante 2010, debido a que los agentes toman sus decisiones de inversión con base en expectativas adaptativas.


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