Los ganadores de la pandemia


Citlalli Navarro Del Rosario

Juan Salazar Vázquez


El 2020 representó uno de los años más difíciles para México, el impacto de la pandemia por COVID-19 afectó, además la actividad económica, otros aspectos de la vida social del país.

El Producto Interno Bruto experimentó una reducción de 8.5% que la coloca en una de las mayores contracciones de la historia reciente del país. Junto a ello se estima que cerraron 1 millón 857 mil establecimientos y se perdieron 647 mil 710 puestos de trabajo formal (registrados en el IMSS).

La tasa de desempleo osciló en torno al 4.0 – 5.0% de la Población Económicamente Activa (PEA), algo que parece relativamente normal. Pero una medida más efectiva para medir el impacto en el empleo sería la denominada brecha laboral (indicador muy cercano al Ejército de Reserva Industrial de Marx). Esta toma en cuenta la denominada desocupación abierta, es decir los desempleados que buscan activamente un empleo; también considera a los ocupados que laboran menos tiempo del deseado (15 horas o menos a la semana) denominados subocupados y, aquellos desocupados que no buscan activamente un empleo pero que aceptarían trabajar si se presenta la oportunidad de empleo, estos últimos deben considerarse como desempleo disfrazado. La fuerza laboral potencial (FLP) sería entonces la PEA más el desempleo disfrazado. Considerando lo anterior, la brecha laboral se encontraba cerca del 19.0% de la FLP en 2019 y alcanzó un máximo de 47.9% en el segundo trimestre de 2020 y cerca de 30.3% en el último trimestre del año.

En 2019 se contabilizaban 60 millones de pobres por ingreso, pero la emergencia sanitaria agregó 10 millones más en 2020 según CONEVAL.

La tasa de plusvalía (conocida también como grado de explotación de la fuerza de trabajo) se estima se ubique cerca de 6.5, lo que significa que los obreros mexicanos tuvieron que destinar por cada hora que laboran 7 minutos con 58 segundos para producir su canasta salarial y los restantes 52 minutos con 2 segundos fueron apropiados gratuitamente por el capital. Esto significa que aquellos trabajadores que no perdieron su empleo fueron sometidos a un mayor nivel de explotación.

En suma, el escenario de 2020 y sus consecuencias resulta muy desalentador para la mayoría de la población mexicana. Sin embargo, como ha sido recurrente en los últimos años, unos pocos se han beneficiado del funcionamiento reciente de la economía mexicana, incluso mejoraron su situación en medio de la pandemia.

En su edición de abril, la revista Forbes publicó la riqueza de los 10 individuos y familias más acaudalados de México. En el contexto antes descrito, estos multimillonarios no se vieron afectados, incluso incrementaron su riqueza. Por ejemplo, el hombre más rico del país, el ingeniero Carlos Slim disponía en 2020 de una fortuna valuada en $52,100 millones de dólares (MDD) y para este año se incrementó a $55,930 MDD, es decir, un aumento de 7.4%. El siguiente en la lista es German Larrea, propietario de Grupo México, quién vio incrementada su riqueza en nada menos que ¡146.5%!, contando con $27,110 MDD. Este último cuenta con una larga tradición de prácticas hostiles en contra de los trabajadores mineros.

Alberto Baillères, Juan Francisco Beckmann, los Servitje Montull y los Robinson Bours incrementaron sus fortunas a tasa de dos dígitos, 63.8%, 67.0%, 38.1% y 16.7%, respectivamente.

La mayoría de las actividades empresariales de estos multimillonarios se encuentran localizadas en sectores altamente oligopolizados, donde los sobreprecios y altos márgenes de ganancia son la norma. Usualmente son estos mismos personajes quienes con todo el descaro del mundo pregonan las bondades del “libre mercado” y las falacias del “capital humano”.

Lista de los 10 mexicanos más ricos del país

Fuente: Forbes, 6 de abril de 2021.

No debería sorprendernos que el incremento de estas fortunas tenga su contraparte en la mayor explotación que experimentaron los trabajadores que conservaron sus empleos, en el incremento de la desigualdad económica medida a través del coeficiente de Gini que se ubica en 0.52 (según CEPAL el Gini ajustado por registros fiscales y activos es cercano a 0.7) y el incremento de la pobreza, pero sí debería llamar nuestra atención al funcionamiento estructural del sistema y su basamento social fundamental: la riqueza de pocos descansa en la miseria de muchos. 

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