Desempeño de la economía mexicana en el gobierno de AMLO
Samuel Ortiz
Velásquez
Durante el primer
trimestre de 2019 (2019/I), la actividad
económica nacional medida a través del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) presentó una
caída de 0.17 por ciento.[1] Es importante señalar que la
economía mexicana comenzó a mostrar señales de debilidad desde el cuarto
trimestre de 2018 cuando creció apenas al 0.03 por ciento. En las líneas siguientes se examina la
conducta de los determinantes directos e indirectos del crecimiento, posteriormente
se hace un recuento de los principales factores internos y externos que
afectarán el crecimiento en 2019. El recuento es pertinente en virtud de la
masiva propaganda que advierte de una recesión económica en marcha y
responsabiliza al gobierno de AMLO.
Por el lado del
gasto, la contracción del PIB durante 2019/I se explicó por la caída en el consumo de
gobierno (con una variación de -0.27 por ciento) y en las exportaciones (con
una variación de -0.17 por ciento). Ambos indicadores acumulan tres trimestres
consecutivos con decrecimientos, además, como representaron el 48 por ciento
del PIB, contribuyeron con
un 53 por ciento a la caída del producto. Por otro lado, la inversión fija
bruta creció al 0.69 por ciento, poniendo fin a tres trimestres consecutivos de
retrocesos. No obstante, la inversión como parte del PIB (un indicador que
mide el esfuerzo de inversión) se situó en 19.91 por ciento, lo que equivale a
0.68 puntos porcentuales menos en comparación con 2018/I. Por agente, la
inversión pública representó en 2019/I el 19.91 por ciento del PIB, acumulando
cuatro trimestres con caídas y por debajo del 20.59 por ciento alcanzado en 2018/I.
El bajo esfuerzo
de inversión explica los lentos ritmos de expansión de la productividad laboral.
Efectivamente, en 2019/I
la
productividad laboral decreció en 0.69 por ciento, de hecho, en 6 de los
últimos 8 trimestres, la productividad presentó decrecimientos. La caída en la
productividad del sector terciario determinó la caída de la productividad
global. Al respecto se deber recordar que la baja productividad del sector
terciario está asociada a los altos niveles de subocupación que presenta. Llama
la atención que las actividades manufactureras presentaron tres trimestres
consecutivos con retrocesos en productividad.
Por actividad
económica, la caída del PIB global se explicó
en primer lugar por el sector secundario que se contrajo a una tasa de 0.57 por
ciento, acumulando dos trimestres con caída y en segundo lugar por el sector
terciario que decreció al 0.17 por ciento y puso fin a cinco trimestres
consecutivos de crecimiento. Dentro del sector secundario, las actividades
manufactureras se contrajeron al 0.43 por ciento, se trata de la mayor caída en
los últimos 24 trimestres y es el principal factor que explica la contracción
del producto secundario.
En suma, detrás de
la caída del PIB
global
en 2019/I
se
encuentra la contracción del producto manufacturero y por el lado del gasto,
los decrecimientos en exportaciones, gasto de gobierno e inversión pública, así
como un bajo coeficiente de inversión global que determina lentos ritmos de
expansión en la productividad. Se debe advertir que los determinantes directos
e indirectos muestran signos de debilidad desde al menos el tercer trimestre de
2018, es decir, antes del arribo de AMLO al gobierno. Ello es relevante para
aclarar la desinformación que los últimos días ha vertido buena parte de la
prensa, donde se advierte de una recesión técnica y se responsabiliza al
gobierno actual. Al respecto se sostiene que el gobierno de AMLO heredó una
economía deteriorada y vulnerable, que en combinación con factores coyunturales
externos e internos, explican la desaceleración del crecimiento.
En un contexto
internacional y dado el grado de apertura económica que presenta la economía
mexicana, la incertidumbre asociada a la ratificación del Tratado
México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) en Estados Unidos y Canadá, así como las nuevas
amenazas de imposición de aranceles a las exportaciones de México en Estados
Unidos, son factores que inhiben la inversión. Además, la guerra comercial
Estados Unidos-China estancó el comercio de Estados Unidos, el cual creció al
0.5% durante 2019/I y ello se
manifestó en el enfriamiento de las exportaciones mexicanas, como se observó
párrafos arriba. En un contexto interno,
el subejercicio del gasto público “el mayor del siglo XXI” (IMPC dixit), junto
con la desconfianza que genera en los agentes privados las políticas del nuevo
gobierno, se manifiestan en un coeficiente de inversión que no está reaccionando
conforme con lo planeado. Se ha estimado que la economía mexicana necesita
crecer por lo menos al 5 por ciento promedio anual y ello requiere elevar el
coeficiente de inversión a un 26-27 por ciento del PIB y con un fuerte
componente público capaz de estimular a la inversión privada. También se ha
dicho, que tal meta de crecimiento difícilmente se alcanzará a partir de la
simple reingeniería del gasto (i.e., sin subir impuestos y sin incurrir
en endeudamiento) y sin un nuevo pacto social por el crecimiento entre el
sector público y el sector privado. Es decir, no obstante que el programa
económico de AMLO se puede
tipificar como “tímido” y que no está exento contradicciones y de críticas
fundadas, las crecientes tensiones entre el gobierno con el sector privado, las
calificadoras internacionales y al interior del gabinete (v.gr., la
renuncia de Urzúa), revelan fuertes resistencias al cambio y dificultan el
necesario pacto social. La tarea no es menor.
[1]
Todas las cifras usadas para estimar tasas de crecimiento (a menos que se
indique lo contrario), están expresadas en millones de pesos contantes de 2013 ajustadas
por estacionalidad. Las tasas de crecimiento se estiman con respecto al
trimestre inmediato anterior. La fuente
es INEGI.
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