Generación de empleo formal en México… del dicho al hecho
Samuel Ortiz Velásquez
El pasado 12 de noviembre Peña
Nieto se refirió a algunas “cifras alentadoras” en torno al desempeño de la
economía mexicana, en concreto a la generación de “172 mil 134 puestos formales
de trabajo” registrados en el IMSS a octubre de 2014, lo cual representa un
crecimiento de 20 por ciento en comparación con igual periodo de 2013. Implícitamente,
señaló que ello es fruto de las reformas en marcha, particularmente la reforma
laboral. Las cifras de presidencia resultan un tanto tramposas, pues el
comparativo se hace en cada caso, con respecto al mes inmediato anterior,
omitiendo el ajuste respectivo por factores estacionales de las series.
Sobre este respecto, una lectura
diferente apunta a que comparando octubre de 2014 con igual periodo del año
2013 (eliminando con ello el efecto estacional), se habrían generado 699 mil
791 empleos formales, cifra incluso inferior a los 736 mil 881 nuevos empleos
de 2012 o los 756 mil 232 nuevos empleos de 2010, es decir, la generación de
empleos formales no ha seguido pautas muy diferentes con respecto a años
anteriores. Desde otra perspectiva, entre octubre de 2012 y octubre de 2014 se
generaron 1.17 millones de empleos formales, la generación de nuevos empleos en
el contexto de la reforma laboral, alcanzó para cubrir apenas poco más de dos
terceras partes de los empleos que reclaman los 1.74 millones de jóvenes que se
incorporaron a las filas de la Población Económicamente Activa en ese periodo. Con
ello, desde una perspectiva de mediano plazo, las cifras sobre generación de
nuevos empleos no son alentadoras y lejos están de ser la antesala de la
reactivación del empleo formal en México.
La gráfica 1 presenta las tasas
de crecimiento mensuales (con respecto al mismo mes del año anterior), del
empleo formal adscrito al IMSS entre enero de 1995 y octubre de 2014 suavizadas
mediante un filtro Hodrick-Prescott (HP). Resaltan varias tendencias. Primero,
el empleo formal total presentó altas tasas de crecimiento entre 1995-2000, a
partir de entonces, reduce abruptamente sus ritmos de crecimiento. Es
interesante observar como el empleo formal no ha reaccionado favorablemente a
la reforma laboral, de hecho, desde finales de 2012 se asiste a una ligera
reducción en sus ritmos de expansión. Segundo, el empleo formal eventual ha
seguido pautas muy similares a las del empleo formal total y permanente, pero
ha sido grosso modo el más dinámico,
particularmente desde finales de 2003.
En suma, las tendencias descritas
derrumban la propaganda oficialista en torno a las bondades de las reformas en
marcha y lejos están de ser la ruta que permita recuperar la senda del
crecimiento económico. De hecho en el contexto de las cifras alegres de
presidencia y un agudo proceso de convulsión social, las expectativas de
crecimiento para 2014 han caído de 3.4 por ciento (en octubre de 2013) a 2.3
por ciento (en octubre de 2014). Entre los principales factores que podrían
obstaculizar el crecimiento en 2014 destaca en primer lugar los problemas de
inseguridad pública (y los impactos adversos sobre la inversión pública y
privada), la debilidad del mercado interno (asociada al estancamiento del
salario real y la reforma laboral) y la política fiscal que se está
instrumentando (Banco de México dixit).
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