Encadenamientos productivos y localización territorial de las manufacturas productoras de automóviles
SAMUEL ORTIZ VELÁSQUEZ/ISABEL SALAT SÁNCHEZ
A más de treinta años de políticas de corte
neoliberal y de abruptos cambios en la organización de la industria a nivel
mundial, la experiencia mexicana ha mostrado que las altas tasas de crecimiento
de las exportaciones manufactureras no se han traducido en un proceso de
crecimiento económico liderado por las exportaciones. Pues como en el viejo
patrón de acumulación primario exportador (ubicado grosso modo desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la gran
crisis de 1929-1993), los grupos exportadores operan aislados, por lo cual su
capacidad de irradiación o de arrastre sobre el resto de la actividad económica
nacional es muy limitado. Muchos son los factores que explican estos pobres
encadenamientos productivos, entre los más relevantes se pueden citar los
procesos recurrentes de apreciación del tipo de cambio real (desde 1987); la
falta de financiamiento para actividades productivas; la implementación de
programas sectoriales “horizontales” que incentivan procesos de importaciones
temporales para su posterior exportación; la participación de las industrias
mexicanas exportadoras en segmentos de las cadenas globales de valor de bajo
valor añadido; la penetración de China tras su ingreso a la OMC, etc.
Con el propósito de profundizar en
los impactos que tienen los endebles encadenamientos internos de las
manufacturas de exportación sobre variables cruciales para la manufactura en su
conjunto y su localización territorial, podemos concentrar la atención en el
comportamiento de una clase industrial clave en la etapa neoliberal,
particularmente desde 1994 con la entrada en vigor del TLCAN: la clase automóviles-camiones.
Es la más relevante para la manufactura mexicana (de un total de 231 clases
industriales). Se integra por establecimientos de gran tamaño altamente
exportadores: entre 1994-2009 destinó más de 3/4 partes de su producción a
exportaciones; concentró el 9% del valor agregado bruto, el 6% de la IED y el
30% de los insumos importados que demandó la manufactura mexicana no
maquiladora en su conjunto. La alta participación en exportaciones, IED e
insumos importados, revela que es una clase que participa activamente en la
segmentación de la cadena global de valor autopartes-automotriz. En virtud de
que opera con un coeficiente de insumos nacionales inferior al coeficiente
promedio, la clase se tipifica como de bajos encadenamientos hacia atrás con
proveedores locales.
Según la matriz insumo-producto
doméstica (MIPD) para México 2008, la clase automóviles se encadena
fuertemente hacia atrás con apenas 5 clases industriales, de hecho de la
producción total de la clase, el 14.16% se destina a compras de insumos
provenientes de estas 5 clases. Es interesante señalar que cuatro de sus
principales proveedoras forman parte de la misma cadena global de valor y también
se pueden tipificar como exportadoras, estas son: motores de gasolina;
autopartes de plástico; asientos; equipo eléctrico y electrónico. Con ello, su
relacionamiento con manufacturas orientadas al mercado doméstico es ínfimo. En
términos de ritmos de expansión, entre 2003-2009 las principales proveedoras de
la clase automotriz (particularmente las exportadoras), mostraron fuertes
decrecimientos en empleos, producto, remuneraciones medias y exportaciones. Es
decir, pareciera que el debilitamiento de la dinámica de las exportaciones manufactureras
desde 2000 ha impactado adversamente sobre los ritmos de expansión de su
producción.
Otro rasgo interesante es que a
nivel territorial el producto generado por la clase productora de automóviles
se ha concentrado en 5 entidades: entre 1999-2009 concentraron el 93.1% del
producto de la clase automóviles/camiones. Puebla y Coahuila presentaron tasas
de crecimiento de dos dígitos y con ello, contribuyeron con el 70.5% al
crecimiento de la clase a nivel nacional, tan sólo Puebla contribuyó con la
mitad de ese crecimiento.
En suma, la clase líder del proceso
opera desarticulada de la economía nacional y está altamente concentrada en
apenas dos entidades federativas. No obstante la elevación de su contenido
nacional particularmente desde 2009, es importante indicar que el segmento
establecido en México no tiene como objetivo explícito cooperar con la economía
nacional para elevar/mejorar los encadenamientos locales y con ello contribuir
a generar un proceso endógeno de acumulación de capital. Muy al contrario, su
conducta obedece a decisiones que se toman en otros segmentos de la cadena de
valor ubicados en otros territorios. Desde esta perspectiva, las apuestas por
parte de las instituciones mexicanas públicas y privadas por insertar a las
empresas mexicanas de diferente tamaño a la dinámica de las cadenas globales de
valor para con ello lograr un proceso de crecimiento alto/sostenido, resultan
miopes, pues omiten las fuertes tensiones que surgen al interactuar los
procesos globales y locales.
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