El programa IMMEX siete años después
SAMUEL ORTIZ VELÁSQUEZ
La Jornada de Zacatecas 15.03.2014. A finales de 2006 el
gobierno de México decretó el programa de Fomento de la Industria
Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación (IMMEX), con el cual
se integran en un solo programa los correspondientes al de Industria
Maquiladora de Exportación y al de Importación Temporal para Producir Artículos
de Exportación (PITEX). El IMMEX, al igual que el PITEX y maquila, es un
instrumento mediante el cual se permite importar temporalmente los bienes
necesarios para ser utilizados en un proceso industrial o de servicio destinado
a la elaboración, transformación o reparación de mercancías de procedencia
extranjera importadas temporalmente para su exportación o a la prestación de
servicios de exportación, sin cubrir el pago del impuesto general de
importación, del impuesto al valor agregado y, en su caso, de las cuotas
compensatorias.
Según Dussel Peters (2003), los diversos programas de
Importación Temporal para su posterior Exportación (ITE) generan importantes
incentivos fiscales que implican una reducción de aproximadamente 30 por ciento
en el costo de los insumos para las manufacturas que dependen de proveedores
externos y se benefician de algún programa ITE, en comparación con las manufacturas
que usan insumos producidos localmente.
Es
importante destaca que entre 1993-2006 poco más de tres cuartas partes de las
exportaciones mexicanas totales dependieron de programas ITE (WTA 2014). Con
ello, la estructura exportadora de las manufacturas mexicanas es muy dependiente
de procesos ITE. En las líneas siguientes se presentan las tendencias más
importantes que han seguido los establecimientos con programas IMMEX desde 2007
y hasta 2013, en la parte final se destilan algunas conclusiones.
Según
INEGI entre 2007-2013 el número de establecimientos manufactureros con
programas IMMEX cayó un 0.3 por ciento; el personal ocupado creció a una tasa
media anual de 1.8 por ciento y la productividad del trabajo se expandió al 1.6
por ciento, es decir, se trata de un crecimiento primordialmente extensivo
liderado por el crecimiento del trabajo. Pero el crecimiento de la
productividad no se acompañó de un crecimiento de las remuneraciones reales, de
hecho las remuneraciones reales por persona ocupada decrecieron un 0.2 por
ciento y las horas trabajadas crecieron al 1.9 por ciento (ver gráfico 1). Es
decir, la brecha productividad-remuneraciones reales apunta a una distribución
muy inequitativa en la distribución de los ingresos generados por estos
establecimientos.
Por
otro lado, la participación porcentual promedio de los insumos nacionales como
parte de los insumos totales fue de 26 por ciento entre 2007-2013, no obstante se
asiste a un aumento, pues pasa de 23 por ciento en 2007 a 28 por ciento en 2013
(o un aumento de 5 puntos porcentuales). El punto reviste particular importancia
en virtud de que las bajas participaciones de los insumos nacionales se asocian
con muy bajos grados de encadenamientos productivos con proveedores nacionales
de insumos. Por otro lado, la participación de las remuneraciones en los
ingresos cayó de 12.4 por ciento a 10.3 por ciento en el mismo periodo
comparativo (ver gráfico 2).
Destacamos
algunas conclusiones: i) los programas ITE -como el IMMEX-, se han convertido
en el principal incentivo que ha permitido la especialización exportadora del
sector manufacturero mexicano en la nueva modalidad de desarrollo (Dussel
Peters 2003), pero a costa de impactar adversamente sobre las actividades
orientadas al mercado interno como resultado de aumento de la competencia,
inhibiendo con ello la inversión productiva en el mercado nacional; ii) las
manufacturas mexicanas de exportación intensivas en exportaciones (como la
maquila) han contribuido a una inserción comercial de las manufacturas
mexicanas con características débiles. Pues como vimos, realizan procesos muy
primitivos (limitados al ensamble de partes y componentes producidos en otros países),
que generan bajos niveles de valor agregado, productividad, salarios y
presentan una escasa vinculación con proveedores locales, contribuyendo a la
ruptura/desarticulación de encadenamientos productivos internos. Agreguemos, a
nivel macro la política cambiaria ha sido altamente funcional para el fomento de
estas actividades, pues los periodos recurrentes de apreciación del tipo de
cambio por los que ha atravesado la economía mexicana desde 1988 abaratan las
importaciones.
Referencias:
Dussel Peters, Enrique.
2003. “Ser maquila o no ser maquila, ¿es ésa la pregunta?”. Comercio
exterior 53(4), pp. 19-43.
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