Economía estancada
SAMUEL ORTIZ VELASQUEZ
La Jornada de Zacatecas. 01.03.2014. La actividad económica
nacional medida por el Producto Interno Bruto (PIB) creció en 2013 a una tasa
de 1.06 por ciento, un ritmo de expansión inferior a las previsiones más
recientes hechas por la SHCP (1.3 por ciento) y el Banco de México (1.2 por
ciento). Si consideramos que en el mismo año la población mexicana creció en un
1.15 por ciento, el PIB por habitante -un primer indicador del grado de
bienestar económico que alcanzan los países-, retrocedido en términos reales en
un 0.09 por ciento.
Por
sectores económicos, destaca la fuerte contracción de la industria de la
construcción (-4.5 por ciento) y de la minería (-1.68 por ciento). Por su
parte, los servicios financieros y de seguros crecieron al 3.8 por ciento, casi
tres veces más que el crecimiento de las industrias manufactureras.
Más
allá de las explicaciones oficiales entorno al errático desempeño económico en
2013 (se nos dice que es causa del retraso en la ejecución del gasto público y
de la fuerte contracción del sector de la construcción), lo cierto es que desde
una perspectiva de más largo plazo, el desempeño de la economía nacional
durante el primer año de gobierno de Peña Nieto resulta hasta normal, ya que la
dinámica del stop and go ha sido una
constante en todos los gobiernos de corte neoliberal (ver gráfico).
Efectivamente, en el primer año de gobierno de Miguel De la Madrid la economía
se contrajo un 4.2 por ciento; con Carlos Salinas se creció el primer año al
3.35 por ciento, con Ernesto Zedillo la economía se contrajo 5.76 por ciento;
con Vicente Fox la economía cayó 0.61 por ciento y en el primer año de Felipe
Calderón la economía creció al 3.15 por ciento. Se trata de un desempeño
altamente contrastante comparativamente con el crecimiento del PIB en el primer
año de gobierno de los gobiernos de corte “populista” de Díaz Ordaz (6.15 por
ciento); Luis Echeverría (3.76 por ciento) y López portillo (3.39 por ciento),
en los cuales la economía mexicana funcionaba con otra modalidad de acumulación
denominada de Industrialización por Sustitución de Importaciones. Desde otro punto de vista, entre 1960-1981 el PIB total creció a una tasa media anual de
6.7 por ciento y la industria manufacturera al 7 por ciento, en la etapa
neoliberal el PIB redujo sus ritmos de expansión a 2.14 por ciento y la manufactura
al 2.21 por ciento, esto es, un crecimiento que representa menos de una tercera
parte comparativamente con el periodo 1960-1981.
El
crecimiento del PIB total es importante pues por intermedio de él, crecen las
inversiones (vía el acelerador del PIB) y el empleo, altas inversiones permiten
amplificar acervos productivos e incorporar progreso tecnológico, la
incorporación del progreso técnico, eleva la relación capital-trabajo y la
productividad del trabajo, lo cual permite elevar el nivel del producto por
habitante y dada la correlación de fuerzas, ello se puede traducir en una
mejora en el nivel de vida de la población. Por su parte, una reorientación del
PIB a la industria manufacturera es crucial en el proceso de crecimiento, pues
se trata de un sector que por sus múltiples encadenamientos “hacia atrás y
hacia adelante” y sus economías externas, contribuye a elevar la productividad
de la economía total.
En
suma, el desempeño del PIB en 2013 es una primera señal de que las cosas no
cambiarán en materia económica con el regreso del PRI. Pues la apuesta es por
la continuidad del modelo y la profundización de las reformas económicas (como
la energética). En materia de política económica, se continúa privilegiando la
“estabilidad macroeconómica” en precios y déficit fiscal, aunque este ocurra a
costa del crecimiento y estabilidad de variables reales cruciales como el PIB
(ver gráfico).
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