Un IVA generalizado: lo que nos espera

ARTURO HUERTA GONZÁLEZ

El lunes 14 de junio el presidente del Senado de la República adelantó que en el próximo periodo ordinario de sesiones propondrá revisar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el modelo tributario para acabar con el deficiente cobro de impuestos que hay en el país. Se dijo convencido de que ello es necesario para dotar al gobierno de recursos para que financie su gasto, por lo que propondrá un IVA generalizado.
Su posición se enmarca en la concepción gubernamental y en la ortodoxia neoclásica, que señala que el gobierno necesita de impuestos para poder gastar, o recurrir al endeudamiento para financiar el gasto deficitario. Cabe recordarles a los defensores de dicho postulado teórico que los Estados Unidos el año pasado trabajaron con un gasto deficitario equivalente al 13 por ciento del PIB, sin que ello se haya traducido en aumento de impuestos ni en gran emisión de deuda pública. Un gobierno soberano, que tiene control de su moneda y no se compromete a la convertibilidad de la misma a un tipo de cambio fijo, sino que trabaja con tipo de cambio flexible, no necesita de impuestos ni de deuda para financiar su gasto. Simplemente acredita a la cuenta bancaria de aquellos que le venden bienes y servicios al gobierno, o a aquellos que poseen deuda pública y les cubre el pago de los intereses de la misma. Los impuestos y la emisión de deuda pública, están encaminados a regular la liquidez de la economía para poder evitar presiones inflacionarias. Y cuando no hay presiones inflacionarias, no es necesario regular la liquidez a través de tales instrumentos de política. Además, pueden utilizarse los impuestos como mecanismo de redistribución del ingreso.
En un contexto donde caen las exportaciones, así como la inversión y el consumo de las empresas y familias, y por lo tanto, existen altos niveles de capacidad ociosa y alto desempleo, el gasto público deficitario es indispensable para reactivar la demanda y la actividad económica, para así aumentar el empleo y el ingreso de empresas e individuos. Tal aumento del gasto público no genera impacto inflacionario, dada la capacidad ociosa y el desempleo existentes.
Es dicha política fiscal, la que está permitiendo que la economía estadounidense vuelva a crecer. Y al mejorarse el ingreso de empresas e individuos, vuelve a crecer la captación tributaria, y se reduce el déficit fiscal, sin necesidad de que aumente el IVA ni otro tipo de impuestos.
En cambio en México se está otra vez planteando un IVA generalizado. Es decir, que también se pague impuestos por el consumo de alimentos y medicinas, para así, supuestamente, mejorar la recaudación del gobierno, para que pueda financiar sus gastos y evitar que caiga en déficit fiscal. Ello lleva a la actividad económica del país a mantener restringido el mercado interno y la generación de empleo, y la hace depender de las exportaciones, lo que nos coloca en el contexto de alta vulnerabilidad en que hemos estado. Ahora que Estados Unidos está creciendo, vuelven a dinamizarse nuestras exportaciones, las cuales no irradian al conjunto de la producción nacional, dado su alto componente importado. El Inegi informó que la actividad industrial del mes de abril volvió a tener una recaída, lo que adelanta, que no hay recuperación alguna en la economía del país, y menos habrá cuando el Legislativo está ya anunciando que habrá acuerdos en torno a un IVA generalizado.
Lo dicho por el presidente del Senado se enmarca a su vez en las recomendaciones de política que el FMI y el G–20 han hecho a los países europeos y al resto del mundo. La posición conservadora defiende la disciplina fiscal a favor del sector financiero, a costa de sacrificar el crecimiento de la actividad económica y la generación de empleo, y de mermar más el poder adquisitivo de la mayoría de la población. Todos los que quieren ser candidatos a la presidencia de la República hacen pronunciamientos para ser bien vistos por el gran capital, que es el gran elector, sin importar que sus propuestas de política para nada vienen a resolver los problemas que enfrentan las grandes mayorías.
Insistir en que hay que aumentar impuestos y generalizar su aplicación, es mantener la pérdida de manejo soberano de la política monetaria, cambiaria y fiscal en que ha caído nuestro país. Es seguir permitiendo que dicha política siga respondiendo a los intereses de los dueños del dinero, y no tengamos viabilidad de retomar su control para que responda a los objetivos de pleno empleo, de mayores salarios y bienestar para aquellos que han sido excluidos.
Un gobierno que no tenga control sobre su moneda y no trabaje con tipo de cambio flexible en torno al movimiento de precios está condenado a trabajar con disciplina fiscal, así como a aumentar impuestos para financiar su gasto, lo que impide tener política económica contra–cíclica, además de que ello contrae más el poder adquisitivo de la población, así como el mercado interno, lo que mantendrá a la economía en el contexto de recesión económica. Surge la pregunta: ¿qué escenario económico esperan los tomadores de decisiones en el país para 2012?

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