OBAMA Y CALDERÓN: DOS VISIONES DISTINTAS DE LA CRISIS

Samuel Ortiz Velasquez
Maestría Estudios Sociales UAM-I

Contacto: samveque@hotmail.com

Mientras el presidente estadounidense Barack Obama expresa su temor de que el repunte de la economía estadounidense se acompañe de una nueva caída, es decir, una trayectoria económica tipo “W”, en México Calderón declara de forma irresponsable el fin de la crisis económica, tras el marginal aumento del Producto Interno Bruto de 2.9 por ciento en el tercer trimestre de 2009 respecto al trimestre anterior, haciendo a un lado la dependencia estructural que existe con el vecino del norte, la cual no sólo es comercial, tecnológica y financiera, sino que también se manifiesta en el gran peso de las empresas extranjeras en la economía nacional. De ahí la frase popular de que cuando a los EU le da gripe a México le da pulmonía [1].
El repunte en la economía estadounidense es una consecuencia de la aplicación de los instrumentos de política económica como la disminución de tasa de interés, incremento del déficit público y los grandes rescates bancarios. No obstante, existe la duda de que el crecimiento no pueda ser sostenido, debido a que la expansión del gasto público, aunque necesaria, tiene límites, y porque no se han solucionado los problemas de fondo, quizá el más importante, el rescate de los mercados financieros, que no ha sido acompañado de cambios profundos que conduzcan a la posibilidad de regular el sistema financiero.
Entretanto, en México el gobierno de Felipe Calderón apuesta a mantener a toda costa el estilo neoliberal (vía reducción del gasto público, aumento de impuestos, tolerancia de desempleo masivo, incremento de la pobreza, etcétera) mientras se sienta a esperar que el país vecino salga de la crisis y ejerza su conocido efecto de arrastre sobre nuestra incipiente economía.
¿Qué factores explican el “trimestre milagroso”? Considerando cifras desestacionalizadas, el sector terciario fue el que más creció durante el tercer trimestre de este año (4 por ciento) con relación al segundo trimestre inmediato, impulsado por el crecimiento del comercio (4.1 por ciento), servicios inmobiliarios y de alquiler (4 por ciento); servicios educativos (20 por ciento) y servicios de alojamiento temporal y de preparación de alimentos y bebidas (10 por ciento). En cambio, el sector secundario creció 2.1 por ciento, en cuyo interior la manufactura mostró un mejor desempeño (creció al 3.3 por ciento), como una derivación de la mejora relativa de las ventas al exterior, dirigidas principalmente a Estados Unidos. Finalmente, el sector primario sufrió una caída de 2.5 por ciento (Fuente: INEGI); es decir, el marginal repunte de la economía mexicana obedece a dos factores: i) el ligero crecimiento de la economía estadounidense y ii) el incremento de las actividades terciarias (algo razonable si suponemos una modesta reactivación del sector, luego de la fuerte contracción de abril–mayo producto de las medidas adoptadas por la influenza), incluida la abrupta expansión del empleo informal.
En suma, mientras Obama despliega los instrumentos de política económica necesarios para afrontar la crisis y aun así no está satisfecho, en México, Calderón culpa a la crisis internacional de la situación actual del país y se deslinda de su responsabilidad en la conducción de la economía nacional, pretendiendo salir de la crisis a través de discursos, decretos y apariciones en la televisión con futbolistas y deportistas.

NOTAS:
[1] Para efectos de medir el tamaño de la dependencia entre ambas economías podemos auxiliarnos del cálculo de coeficiente de correlación (r), que muestra una medida del grado de asociación lineal entre dos variables y adopta valores entre -1 ≥ r ≤1. Para valores de “r” muy cercanos a 1, se dice que la correlación es positiva y muy fuerte, para valores cercanos a -1, se dice que la correlación es negativa y muy fuerte. Tomando como comparación el PIB de México y Estados Unidos (precios constantes) para el periodo 1940-2008, el coeficiente de correlación es de 0.99, en consecuencia tenemos que el grado de correlación, asociación o dependencia entre ambas economías es positivo y muy fuerte (Fuente: BEA e INEGI).

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